26 ago 2011

Felipe Vallese: Un ícono militante


Felipe Vallese (Argentina, 29 de Febrero 1940-1962) Felipe nació el 14 de abril de 1940 en el barrio de Flores. Su padre, Luis Vallese, un inmigrante italiano, era dueño de una verdulería y había sido afiliado al MPE (Movimiento Peronista de los Extranjeros). Cuando aún era pequeño, su madre fue internada en una institución para enfermos mentales y sufrio una una infancia muy dura: Felipe y su hermano Ítalo ayudan a don Luis en el negocio. En 1957, Felipe asiste a una escuela secundaria nocturna y se gana la vida como operador de máquinas en TEA (Transfilación y Esmaltación de Alambres) Al año siguiente, lo eligen delegado sindical. Tiene 18 años y ese mismo año va preso a la carcel de caseros por organizar un paro. Vuelve a ser arrestado en enero 1959, por respaldar la huelga del frigorífico Lisandro de la Torre, en el barrio de Mataderos. En abril de 1959, representantes de diversas agrupaciones juveniles peronistas realizan una asamblea general en el Sindicato de Empleados de Farmacia, cedido por Jorge Di Pascuale, el joven conductor del gremio, de 27 años. Del encuentro surge la Mesa Ejecutiva de la Juventud Peronista, integrada por Gustavo Rearte, Héctor Spina, Tito Bevilacqua, Tuli Ferrari y Felipe Vallese. El gobierno de Arturo Frondizi aplica con intensidad el Plan de Conmoción Interna del Estado (Conintes). Más de 3 mil 500 personas son detenidas; en su mayoría, peronistas que han contribuido con sus votos al triunfo del presidente que ahora los persigue y encarcela. Un solo abogado presenta dos mil quinientos habeas corpus : su nombre es Fernando Torres y está vinculado desde 1954 a la Unión Obrera Metalúrgica. El diario El Mundo publica el 25 de agosto de 1962 el siguiente artículo, titulado “Como en Chicago”:

“Rarísimo el suceso en Flores Norte, que la policía dice ignorar. Frente al 1776 de Canalejas, a las 23.30 del jueves, un hombre fue secuestrado. Desde hacía varios días había autos ‘sospechosos’ en las inmediaciones. Una estanciera gris frente a aquel número, un Chevrolet verde en Canalejas y Donato Alvarez y un Fiat 1100 claro en Trelles y Canalejas. Dentro de ellos, varios hombres y otros en las inmediaciones de los coches. A la hora citada, el automóvil de Donato Alvarez hizo guiños con los focos señalando el avance del hombre. Le respondieron y todos convergieron sobre él. Se le echaron encima y lo golpearon. Y pese a que se aferró con manos y uñas al árbol que está frente al número señalado, lo llevaron a la estanciera gris que partió velozmente, con las puertas abiertas. Los gritos de desesperación que habían comenzado con la agresión poblaban la noche y atrajeron a todos los vecinos que, alarmados, dieron otro tono a la cuadra. Todos corrieron. Algunos quisieron acercarse, un hombre armado, pistola 45 en mano, los detuvo. ‘Esto no es para ustedes, piénsenla si no quieren ligarla.’ Y se tuvieron que ir, viendo, inermes, cómo en plena ciudad se raptaba un hombre”.

Junto a Vallese, fueron secuestrados su hermano mayor Italo, Francisco R. Sánchez, Osvaldo Abdala, Elba R. de la Peña, Rosa Salas, Mercedes Cerviño de Adaro, Felipe Vallese (h) de 3 años de edad y dos niñas de 8 y 10 años, hijas de una de las detenidas. Todos fueron sometidos a las consabidas torturas mientras repiqueteaba la pregunta “¿Dónde está Rearte?”. a Vallese lo interrogaban por el militante de la Juventud Peronista Alberto Rearte. Vallese es secuestrado porque la Policía de la Provincia estaba detrás de los rastros de Alberto “Pocho” Rearte, y estaba detrás de Rearte porque pensaba que había tenido que ver con la muerte de dos sargentos de esa fuerza, en la calle Gascón en la Capital Federal. Felipe es conducido a la comisaría 1º de San Martín, ya herido en la cabeza cuando intentó resistir el secuestro. El oficial Juan Fiorillo lo tortura personalmente. Luego es llevado a la comisaría de Villa Lynch, ya en muy mal estado, lo que no impide que lo sigan torturando con picana eléctrica y golpes. Consigue sacar, por intermedio de un preso común que sale en libertad, un papel de cigarrillos donde anota su nombre, y el número de teléfono de la UOM y de la fábrica.


Fernando Torres, abogado de la UOM, pide al juez federal de San Martín el allanamiento de la subcomisaría, pero el magistrado se limita a pedir informes, que son negativos: ninguna fuerza –ni la Federal ni la policía de la Provincia- reconocen tener a Vallese, a su hermano Italo y a tres personas más detenidas en los procedimientos. Ante la fuerte campaña iniciada por los compañeros de Vallese, el 3 de septiembre la policía da a conocer un comunicado en donde reconoce haber detenido a un grupo de personas en José Ingenieros, acusadas de poseer panfletos, libros y propaganda peronista. Pero Felipe no está entre ellos. Presumiblemente, ha muerto en manos de sus captores. Su cuerpo nunca aparecerá. Era el primer desaparecido político peronista de Argentina. El reclamo por su vida se convirtió en bandera de lucha: "un grito que estremece, Vallese no aparece"

Las denuncias fueron masivas y desde el sindicalismo corrieron especialmente por cuenta de los dirigentes metalúrgicos Augusto T. Vandor y Rosendo García con el asesoramiento letrado del Dr. Fernando Torres. Diez días después la evidencia y los testimonios de los detenidos luego blanqueados fueron aplastantes. La patota de la Unidad Regional de San Martín había estado comandada por el oficial principal Juan Fiorillo. Diez meses después, en junio de 1963, La Fraternidad publica una solicitada reclamando por la aparición de Vallese. El gran título es premonitorio para la década siguiente: “¿Puede desaparecer una persona?”.

En mayo de 1971, el juez en lo penal de La Plata, Rómulo Dalmaroni condena a 39 policías a tres años de cárcel por privación ilegítima de la libertad, por el secuestro de Felipe Vallese. Lo ridículo de la pena –porque no se considera la figura de homicidio- fue conseguido, en parte, por el trabajo investigativo del periodista Pedro Barraza. No obstante, fue demasiado para Fiorillo, que muy pocos años después se la cobra con creces: el 13 de octubre de 1974 son asesinados por la Triple A Pedro Barraza y su compañero Carlos Ernesto Laham, en Villa Soldati. Fiorillo, alias El Tano, alias Sarachu, lugarteniente del Jefe de la Policia durante el “Proceso” Ramón Camps, fue reconocido por ex detenidos como de relevante actuación en los campos de concentración de El Vesubio, El Banco y Omega. Fiorillo se retiró voluntariamente en diciembre de 1983 con el grado de comisario mayor, luego de ser jefe del Estado Mayor de la Policía. Era dueño de la agencia de vigilancia privada JF, en Vicente López, que fue clausurada en 2002 por el Ministerio de Seguridad de Buenos Aires. Condenado por delitos de “lesa humanidad”, fue apresado en su casa de Villa Adelina. Durmió una noche en la DDI de La Plata y luego volvió a su vivienda, ya que como tenía 74 años logró que se le concediera el beneficio del arresto domiciliario. Alli falleció el 9 de mayo del año 2008.