17 ago 2011

CARTA A LA JUVENTUD MILITANTE DE TODOS LOS TIEMPOS


Mucho se viene hablando sobre el surgimiento de la juventud militante y comprometida, desde hace unos meses, no tantos si consideramos los años de letargo en los que a la juventud, solo se la vio como objeto de consumo, parásitos apáticos, sin conciencia de historicidad, egoístas globalizados, o - de ser pobres -, delincuentes consumados o potenciales.
Felizmente la política comienza a retornar concebida como actividad lícita, deseada y saludable; felizmente la juventud comienza a tener otra vez protagonismo; felizmente se los reconoce como el oxígeno que estaba faltando; felizmente hay miles de ellos dispuestos a ocupar su lugar sin miedos, con inteligencia y la irreverencia propia de sus edades.
En una charla trasnochada, algunos caímos en la cuenta que hoy, conviven estos jóvenes, llenos de vitalidad y empuje; los no tan jóvenes, con años de experiencia política y testigos directos de aquella larga noche en que muchos, entregaron su vida por las causas que abrazaban; y una masa importante de ciudadanos (de todas las edades) que protegen sus temores, desintereses, o intereses con el lema de la apoliticidad. Esos que esperan que todo se resuelva y si es para su beneficio mejor, sin comprometer ni una opinión, ni un movimiento, ni una moneda, aunque no faltan los que solo critican.
Y mientras esta convivencia se da, para algunos, una de las tareas relevantes es reducir el número de estos últimos, seduciéndolos con hechos, palabras y resultados; invitándolos a perder el miedo, el desinterés y ampliar la mirada, comprender que los intereses propios no necesariamente son incompatibles con el interés general.
No es ésta precisamente, una de las labores más sencillas, pero es noble, imprescindible y posible si es que no se esperan milagros. Además muchos creen también que la juventud, ese nuevo sujeto social y político en ciernes tiene el potencial para encarar éstas y otras muchas batallas de envergadura. En nuestro caso nada más y nada menos que ser el recambio que lleve lejos y alto el Proyecto Nacional y Popular cuya cara visible hoy es Cristina.
En aquella trasnochada charla, también escuché decir a alguien: “…los viejos- como nosotros - realmente ya me aburren, los prefiero a ellos, los jóvenes, que plantean nuevos desafíos…” muchos de los presentes, asintieron adhiriendo con diversos gestos, y sin embargo, nadie pareció ver una posible y peligrosa trampa escondida en esa frase aparentemente halagüeña e inocente.
Escalofrío me dio pensar que sin pretenderlo podamos caer en la creencia de que pertenecer a la vieja generación solo y tan solo implica desgaste, insanas mañas instaladas, nulidad de actos creadores.
Escalofrío me dio pensar que sin pretenderlo podamos caer en la creencia de que pertenecer a la nueva generación es suficiente garantía de éxitos, de avances en línea recta y sin escollos, de proyectos e ideas fundantes y de una inagotable adrenalina arrasadora.
Desde mi humilde perspectiva, es el momento justo para reflexionar sobre estas y otras hipótesis similares, pues sería de una torpeza espectacular poner las fichas, huevos, esperanza, en un solo número, canasta o generación. Y convengamos que no estamos en condiciones, ni podemos darnos el lujo de cometer grandes o pequeñas torpezas.
Casi una verdad de perogrullo, pero a veces lo más simple y fundamental es lo que primero se nos pasa: de nada vale la experiencia sin la fuerza, la flexibilidad, el compromiso y la innovación que puede aportar la juventud militante, como de nada vale todo ello, sino hay formación, base argumental política y filosófica; o la experiencia de calle, de vida y de miles de sapos tragados, de los que peinan canas y pueden contribuir y co-guiar desde sus aciertos y yerros.
Ya se compañero, estarás pensando que me adelanto, que mi orgullo fue herido por percibir un supuesto desplazamiento, o una amenaza injusta después de tantos años de lucha silenciosa. Quien sabe, tal vez haya algo de eso, o tal vez sea simplemente que estoy absolutamente convencido de que juntos hacemos mejor equipo; juntos somos más fuertes; juntos podemos llegar más lejos, cuando hay reconocimiento y respeto mutuo; cuando hay alegría contagiosa y un proyecto común y maravilloso – el que estamos construyendo con Cristina - que nos necesita MÁS UNIDOS QUE NUNCA.


                                                                                      
                                                                                                Angel Akike, Agosto de 2011