12 jun 2009

Militante de toda la vida

oy un militante de toda la vida, desde la secundaria hasta estos días… pasando por la U.E.S., la Juventud Peronista, el Partido Justicialista, A.T.E., C.T.A, Frente Transversal…
En estos años de experiencia, he visto muchos escenarios, y puedo decir sin temor a equivocarme, que hoy tenemos una oportunidad histórica en el campo nacional y popular, expresada en el quiebre que instaló el Compañero Néstor Kirchner y que este gobierno sigue profundizando.
Se trata, a mi entender, de una grieta profunda que debemos aprovechar TODOS:
… las organizaciones sociales fraguadas al calor de las luchas de resistencia al modelo de concentración de la riqueza y de exclusión que se inició en 1976…
… los militantes políticos del campo popular que participaron de la recuperación de la democracia y se opusieron al desguace del Estado en la década de los '90…
… los militantes sindicales en todos los terrenos, los estudiantes y maestros, los desocupados, los empobrecidos…
En fin, me refiero a todos aquellos que queremos un país distinto. Una Argentina justa, con libertad y ejerciendo su plena soberanía. Una Argentina en la cual los gobernantes estén en función del pueblo y no al revés; que tenga dirigentes esclarecidos, honestos y comprometidos con su gente: en la que su pueblo pueda construir en paz su destino de grandeza.
En estos tiempos tan celebrados de “crisis de paradigmas”, quizás no sea excesivo sostener que los movimientos sociales se constituyeron en uno de los lugares privilegiados donde se ensayaron novedosas miradas sobre la cosa social.
Esto ha creado una nueva militancia, una nueva cultura de la participación política, con la impronta de la diversidad en las formas de vivir y comprender los fenómenos sociales y políticos de la Argentina.
En tiempos en que las teorías absolutas, los conceptos únicos y las verdades con mayúscula nos parecen cosas gastadas y ajenas, más que nunca es necesario desafiar aquello que constituye nuestra realidad del día a día. Debemos reflexionar acerca de lo que nos ha sido legado y al mismo tiempo ensayar respuestas para imaginar futuros posibles.
El desafío, entonces, es profundizar el salto cualitativo logrado en la forma de intervenir en la vida política y social, potenciando la visibilidad y consolidando la legitimidad lograda.
En otras palabras, mantener la ofensiva que construye, suma e integra, esto es, refundarnos políticamente.