25 may 2010

Una Revolución, un Bicentenario

Una recopilación de Nico Brutti sobre textos de Osvaldo Soriano y Andrés Rivera

Fuente: El Argentino.com

El 22 de mayo por la noche, luego de seis días de negociaciones, el coronel Cornelio Saavedra y el abogado Juan José Castelli atraviesan la plaza de la Victoria bajo la lluvia, cubiertos con capotes militares, a jugarse el destino de medio continente después de tres siglos de dominación española. Uno quiere la Independencia, el otro la Revolución. Van a exigir la renuncia del español Cisneros. Hace rato que están al tanto de las noticias. En sus reuniones secretas en la jabonería de Vieytes, en la quinta de Orma o en la casa de Rodríguez Peña no se ha hablado de otra cosa que no sea la caída de Fernando VII a manos de Napoleón, después de las derrotas de Gerona y Almadén. Hasta entonces, Saavedra, jefe del Regimiento de Patricios, ha sido cauto: “...dejen que las brevas maduren y luego las comeremos...”, aconseja a los más exaltados jacobinos. Desde el 18, Belgrano y Castelli, que son primos, exigen la salida del virrey, pero no hay caso: Cisneros se inclina, a lo sumo, a presidir una Junta en la que haya representantes del rey de España y algunos americanos que acepten perpetuar el orden colonial. Los orilleros andan armados y Domingo French, teniente coronel del Regimiento de la Estrella, está por sublevarse. Saavedra, luego de mil cabildeos, se pliega: “...señores, ahora digo que no sólo es tiempo, sino que no se debe perder ni una hora...”, sentencia.