Pertenezco a una generación o
al menos a un grupo de personas de ella, a la que le daba vergüenza escuchar a sus
representantes.
Nos producía indignación el
descaro con que nos engañaban mirándonos a la cara, pues sabíamos que harían
exactamente lo contrario de lo que pronunciaban en sus discursos floridos,
incluso muchas veces esperanzadores, pero definitivamente superficiales y
mentirosos.
Y ciertamente nos violentaba
la variante más perversa: dirigirse al pueblo con una solemnidad ensayada simulado
abatimiento, mientras anunciaban que la mayoría de nosotros seríamos sacrificados
por el bien de la Patria.
Podrían escribirse varios
libros con discursos y frases. Muchas de ellas ya son parte de la memoria
colectiva de los argentinos, aunque lamentablemente hay sectores de la sociedad
que han preferido olvidar sus verdaderos significados y sus terribles
consecuencias.
Alfonsín, inauguróel período
democrático, aseverando que “Con la democracia se come, se educa, y se
cura"…y con una política de DDHH entusiasta, pero a pesar de sus buenas
intenciones,millones de argentinos terminaron sin comer, sin educarse, ni
curarse y decepcionados por las Leyes de
Punto Final y Obediencia Debida, sumergidos en un desastre económico que derivó
en su renuncia anticipada.
Más tarde, Menem en su
campaña de 1988, abusando del espanto y desesperación de los argentinos decía: “Síganme,
no los voy a defraudar”, frasecontemporánea al “salariazo y la revolución
productiva”.Y presentándose como nuestro salvador en su discurso de asunción (Julio
89): “Recibí un país en llamas”; “Voy a gobernar para los niños pobres que
tienen hambre y los niños ricos que tienen tristeza”; “Argentina, levántate y
anda”.
Hacen falta más ejemplos?Así
argumentaba este nefasto personaje la teoría neoliberal del derrame: “Estamos
mal pero vamos bien”; justificaba frente al altísimo costo social del modelo
con un: “Hay que aplicar cirugía mayor sin anestesia”; o explicaba el desguace
del Estado y las privatizaciones con: “Ramal que para, ramal que cierra”.
Podría seguir con los que
vinieron después [1], pero no es lo que quiero transmitir en estas líneas.
Hace unos pocos días
escuchamos el discurso de nuestra Presidenta en la apertura de las Sesiones Ordinarias
del Congreso de la Nación. Como suele hacerlo, ayudada apenas por unos machetes
con números y estadísticas, en primer lugar se abocó a dar cuenta del estado de
país, su gestión y los logros de este Modelo Político-Económico cuya Matriz es
el Crecimiento y Desarrollo con Inclusión Social, tal como lo definió,
abarcando los 10 años de su vigencia.
Su balance claramente
positivo, no tardo en despertar las críticas y el odio indisimulado de los
opositores políticos y representantes del poder económico local, quienes no se
resignan a la redistribución que se viene dando y se pretende profundizar, y mucho
menos admitir que, mal que les pese, desde que se inició la gestión de los
Kirchner allá por el 2003, nos esta yendo mejor a todos, aún en el actual contexto
económico mundial que amenaza con caer a pedazos más temprano que tarde.
[1]
"Seré el Médico, seré el Maestro, seré el que dé trabajo a cada
Argentino"; "El 2001 será un gran año ¡Qué lindo es dar buenas
noticias! "; “Vamos a resolver el problema de los saqueos como
solucionamos los problemas económicos" (De La Rúa). "Voy a poner a la
Argentina en orden y vamos a crear un millón de empleos"; "Vamos a
tomar el toro por las astas”; “Anuncio que el Estado argentino suspenderá el
pago de su deuda externa" (Rodríguez Saá 2001)."El que depositó
pesos, recibirá pesos. El que depositó dólares, recibirá dólares";
"La Argentina es un país condenado al éxito." (Duhalde 2002). Etc…
Argumentaron
que sus datos fueron incompletos o falsos, y que omitió hablar de “los
problemas reales”, como la inflación, el cepo cambiario, el derrumbe de la
industria, insistiendo en el aislamiento respecto al mundo, y lo mal que nos
ven los de afuera.
Igual reacción tuvieron ante
la defensa de la política exterior que hizo Cristina Fernández [memorándum de
entendimiento con Irán; defensa de la soberanía económica (fondos buitres), territorial
(Malvinas); integración regional], la exhortación al trabajo y responsabilidad
conjunta [lo público-lo privado; gobierno nacional-gobiernos provinciales] y
especialmente frente a las propuestas fundamentadas para que -parlamento
mediante - la democratización penetre de una vez por todas, las murallas de la
Justicia.
Solo la desmemoria, la
persistencia en desestabilizar al gobierno por la repulsión de ganar menos para
que otros ganen algo (redistribución-equidad), la impotencia e incapacidad
certificada de una oposición política que desespera por gobernar, así como la
ignorancia o una infinita vocación por la distorsión y la mentira explican esta
conducta.
Subestiman a todos los que
apoyamos este proyecto, intentando ponernos en el lugar de corderos
descerebrados consumidores de chori y tetra, con vocación para la sumisión y el
clientelismo.
Sin embargo, para los que
estuvimos acompañándola en este Acto de Apertura de Sesiones Ordinarias -antes
un mero protocolo, hoy una hecho a celebrar con alegría como todo acto
democrático- una vez más la pudimos escuchar con orgullo por la grandeza de su
dichos y hechos y con la certeza de que cumplirá en lo que a ella respecta, con
todo lo que propuso.
Ellos, los que están en la
vereda de enfrente olvidan (¿o es un enorme pánico?) que la mayoría de los
argentinos hemos aprendido de nuestras experiencias; que el pueblo sabe
reconocer a quien los escucha y atiende sus necesidades; que defenderá con uñas
y dientes si es necesario los derechos recuperados y adquiridos en estos
últimos diez años, en esta última década que -aunque vomiten bilis- es como
mínimo para el 54% de los argentinos: LA DÉCADA GANADA, y VAMOS POR MÁS.
Angel Akike